“Mis proyectos paisajísticos abarcan desde una terraza en Madrid a un gran desarrollo residencial en Abu Dhabi”
Ingeniero forestal, Gonzalo Morillo ha volcado en el paisajismo su espíritu más creativo y observador. Ha trabajado para grandes clientes nacionales e internacionales y desde 2011 lidera su propio taller de proyectos de paisaje, en los que suele primar la armonía y el equilibrio. Como nuevo coworker de Workcase, hoy comparte con nosotros algunas claves del trabajo de paisajista, una figura que tiene algo de artista y algo de técnico, y que debe jugar con la luz, la geometría y las formas orgánicas como sus principales herramientas de trabajo.
¿Cuál ha sido tu trayectoria profesional, Gonzalo?
Suelo definirme como ingeniero forestal y paisajista por vocación. Comencé mi carrera aprendiendo de los clásicos en Bélgica para después desarrollar un lado más contemporáneo en España a las órdenes de Fernando Caruncho -un prestigioso paisajista internacional- durante más de cinco años. Tras acumular una gran experiencia en proyectos nacionales e internacionales, comencé mi carrera en solitario en 2011, trabajando y colaborando con clientes como Marqués de Murrieta, Embajada de Arabia Saudí, Wanda, ABM arquitectos, Foster+Lamela, DAHL+GHG arquitectos, Beatriz Silveira, ENVÉS diseño, etc.
¿Qué tipo de proyectos realizas? ¿Destacarías alguno en especial por su complejidad o espectacularidad?
Principalmente, llevo a cabo proyectos a nivel privado, desde la pequeña escala que puede representar una terraza hasta un gran desarrollo residencial en Abu Dhabi, por ejemplo. Todos son igual de emocionantes, ya que cada espacio y cada cliente tienen una singularidad que es la que el paisajista tiene que poner de manifiesto, y para esto no importa la escala del proyecto. Destacaría las Bodegas Marqués de Murrieta por la oportunidad única que ha supuesto para mí y la proyección que me ha dado.
¿Qué es lo que más te piden los clientes?
Pues en realidad me doy cuenta de que los clientes no tienen claro lo que quieren; en nuestras conversaciones son frecuentes las contradicciones. Precisamente por eso, un profesional despeja las incógnitas y hace que desaparezcan las contradicciones. De repente, muchas cosas tienen sentido. La armonía está ahí, pero hay que destaparla y darle el valor que merece.
¿Por qué decidiste venir a trabajar a un espacio de coworking?
Quería avanzar en mi andadura y adquirir un hábito profesional, relacionarme con gente en mi situación e incluso con gente con las mismas inquietudes. Workcase me aporta una ‘especie’ de familia profesional, es como el respaldo que necesitas para cualquier circunstancia ¡y en cualquier campo!