“Queremos cambiar la imagen del clásico despacho de abogados gris y aburrido”
Antes o después, todos necesitaremos un abogado en algún momento de nuestra vida. Cuando ese momento llegue, lo mejor que te puede pasar es tener cerca dos abogados como David Izquierdo y Elisa G. Álvarez, dos primos madrileños enamorados de su profesión y del aprendizaje continuo. Desde hace unos meses, en Workcase tenemos la suerte de contar con Elisa y David entre nuestros coworkers. Hoy charlamos con ellos sobre cómo decidieron dar el salto al autoempleo, por qué se están convirtiendo en expertos en derecho bancario y qué buscaban en un espacio de coworking.
Empezamos con David, ¿cuál fue tu trayectoria antes de unirte a Elisa para ejercer por vuestra cuenta?
Me licencié en Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad Autónoma de Madrid, y después me especialicé en un máster de Derecho Internacional en la Fundación Ortega y Gasset. Tras acabar la especialización, decidí marcharme a Córdoba para unirme a unos compañeros que acababan de abrir un despacho. Estuve allí seis meses y se puede decir que fue mi primera toma de contacto con la profesión. Después volví a Madrid para trabajar en un proyecto del Instituto Internacional de Derecho y Medio Ambiente, en el que abordábamos temas muy técnicos sobre política pesquera y marítima de la Unión Europea, etc. El medioambiente desde un enfoque jurídico no es algo que se trate mucho en España, así que fue una experiencia en la que aprendí bastante.
Y tú, Elisa, ¿qué derroteros tomaste al salir de la universidad?
Estudié también en la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma y, como la gran mayoría de los que nos licenciamos en Derecho, cuando terminé no sabía muy bien por dónde tirar, porque el derecho es muy aplicable a muchísimos campos. Por unas prácticas a través de la universidad, fui a parar a un juzgado de primera instancia, con una jueza con la que aprendí un montón. Tanto, que le pedí si podía continuar y me quedé un año más. Mi año en los juzgados de Plaza de España supuso un aprendizaje muy intenso, muy interesante y, sobre todo, muy práctico. Era jurisdicción civil, estaba mano a mano con la jueza en su despacho, viendo todos los expedientes que iban a juicio al día siguiente.
A raíz de esta experiencia, me animé a estudiar una oposición para trabajar como personal de justicia. Pero, cuando llevaba dos años y pico preparando las oposiciones, empecé a ver la realidad: aquello es durísimo, no por el contenido (que es derecho procesal y a mí siempre me ha gustado) sino por la competitividad. Hay muy pocas plazas y muchísima gente que se presenta. Además, se acercaba mentalmente la barrera de cumplir 30 años, y me pregunté si realmente no quería probar lo más emblemático de la profesión, ejercer como abogado. Le di unas cuantas vueltas y decidí intentarlo. Se lo propuse a David y me dijo que sí.
Desde octubre de 2015 lleváis entonces ejerciendo por vuestra cuenta, ¿qué tipo de casos habéis llevado en este tiempo?
Tocamos temas muy diferentes. Estos últimos meses nos hemos especializado bastante en temas de derecho bancario, ya que representamos a Bankia en casos relacionados con acciones y el tema de las preferentes, además de hacer reclamaciones de cantidad y ejecuciones para otros bancos. Pero también nos surgen casos en otras ramas como el derecho hipotecario o el civil (separaciones, divorcios, herencias…).
¿Cómo conseguís los clientes?
Intentamos que sea a través de muchos canales: desde el boca a boca a promocionarnos con tarjetas de visita. No nos ha costado encontrar clientes porque los dos somos personas bastante sociables, algo muy bueno en esta profesión. Empezamos además con mucha suerte porque enseguida nos salió una colaboración con un despacho para el tema de las acciones y preferentes de Bankia.
Y luego siempre hay alguien que se divorcia, que cobra una herencia, que tiene que rescindir un contrato… Hay que recordar que un abogado no es útil solo para cosas muy graves. Si necesitas redactar un contrato, por ejemplo, es mucho más garantista que te lo redacte un abogado a que lo hagas tú, que se te van a quedar un montón de flecos sueltos.
¿Y pensáis especializaros en alguna rama concreta?
Hasta ahora, cualquier asunto que ha llegado a nuestras manos, desde un tema penal a un tema civil, lo hemos cogido. En esta profesión nunca se deja de estudiar. Tienes que estar muy al día de la regulación. Aunque tengas una base, que para eso te has licenciado, cuando te llega un caso vas a dedicar mucho tiempo a estudiarlo antes de entrar en la cuestión práctica. No nos cerramos a nada.
Para unos abogados, a los que normalmente os imaginamos en un despacho clásico y con sillones de cuero, ¿qué os atrajo de un coworking?
Por un lado, los precios de los alquileres de despachos eran prohibitivos para nosotros, que estábamos empezando. Por otro, nos parecía muy interesante la idea de compartir espacio con diferentes profesionales. Si necesito un arquitecto, un publicista o alguien que me desarrolle una web, voy a tener un compañero justo en frente al que encargárselo. Nos llamaba la atención ser partícipes de una idea novedosa que llevaba tiempo funcionando muy bien en el resto de Europa.
Visitamos prácticamente todos los centros de coworking que hay en Madrid y dimos con Workcase, que encajó a la perfección con la imagen que queríamos proyectar.
Queremos cambiar el estereotipo del abogado casposo y del típico despacho gris, aburrido y aburguesado.
Workcase reúne además las características necesarias para salvaguardar la privacidad de nuestros clientes. El ambiente en el centro es muy bueno; la gente es muy respetuosa y, por ejemplo, si estás reunido en la sala polivalente (donde recibimos a nuestros clientes), a nadie se le ocurre venir a interrumpir.
Puedes contactar con Elisa y David a través del correo electrónico:
Elisa G. Álvarez: elisa.g.alvarez@icam.es
David Izquierdo: david.izquierdo@icam.es